Ir al contenido principal

Ella y yo

Caminamos de la mano como si siempre nos hubiéramos llevado bien. Tú juegas mientras lo haces y yo no te quito la mirada de encima. Te das cuenta que lo hago, y de inmediato me nuestras aquellos dientes tan chistosos que tienes. Eres tú, jugosa, que, a pesar de no entender mucho sobre el mundo de los "grandes", no dejas de bailar, reír, componer canciones y crear tus propios cuentos. Incluso, después de haber juntado un poco de lágrimas en tus tacitas de juguete, no te detienes y te las ingenias para ofrecernos, con dulzura, una deliciosa taza de café.

"¿Me lees un cuento?", me dices cada vez que nos quedamos solas en casa. Debo admitir que, en un principio, me costaba darte mi atención. Y es que siempre he disfrutado de mi soledad, de leer un libro con música baja, ver alguna película sin interrupciones, o simplemente sentarme en el balcón y ver nuestro gran parque de al frente, que, por cierto, ahora tú lo llamas: "El parque del popo". 

Aún así, no me resisto a leerte más de 50 veces el cuento que eliges, así como tú también lo haces, a pesar de no saber leer. Y eso es lo que más me impresiona de ti, porque tienes tal creatividad y memoria, que no te saltas ni una sola parte. No me queda más que observarte orgullosa, como lo estoy haciendo ahora, te tomo de la mano, y espero paciente que me hagas las preguntas del cuento, porque hasta eso te aprendes. 

"Tía, Zen" - lo dices cuando quieres que te de algo que te gusta mucho.
"Zen" -  cuando estás de buen humor y aparentemente todo está bien.
"Zendy" - cuando me ves llegar a casa.
"Mamá" - cuando te dejan sola conmigo en casa.
"Eres mi hermana" - cuando quieres que baje contigo al primer piso para abrir la puerta.
"Eres mi amiga"- cuando me pides que hagamos carrerita hasta el tercer piso y me pides, por favor, que te deje ganar.

Cuando sepas leer y cuando no te parezcas tanto a tu mamá, espero leas esto, mi cara de papita jugosa. Te amo porque tú has logrado romper el cascarón viejo de mi adultez. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo de siempre, por favor

Allí estaba yo, sentada, mirando el infinito del mar. No sentía lo mismo que antes; esta vez, estaba cansada, muy agotada. Cerré por unos momentos los ojos y me dejé acariciar, nuevamente, por la brisa del viento. Mientras lo hacía, sentí las voces de dos jóvenes al lado. Él le decía: “Me encantas”, pero Ella solo asentía con la cabeza y trataba de dibujar algo parecido a una sonrisa. ¿Que cómo lo sé si tenía los ojos cerrados? Pues Él se lo dijo: “siempre lo haces (…)”. Mientras mantenía los ojos cerrados, el mozo finalmente decidió acercarse a mí con una sonrisa cálida,  y preguntó qué iba tomar; “lo de siempre”, le dije. Él no tuvo más remedio que mostrar todos sus dientes, tras alargar aún más esa curva feliz de sus labios. “Me encantaría saber qué es lo de siempre, amable señorita”, dijo Él con una nueva sonrisa, pero esta vez algo más pícara. “Bueno, lo de siempre es: un café americano sin azúcar y cualquier postre, agridulce, que me recomiendes”, esbocé, sin quitarle la ...

De camino a casa con un gato

Mientras caminábamos de regreso a casa, él no dejaba de mirarme. Yo mantenía la mirada al frente, pues si volteaba hacia él, mis ojos delatarían lo frágil que me sentía en ese pequeño momento. Sus manos empezaron a acariciar las mías y el viento, sin quedarse atrás, hacía lo suyo con mi rostro. “No lo merezco”, me decía, pero él, sin decir una sola palabra, decía lo contrario. Yo lo sabía, porque podía escucharlo. De pronto, sentí unas pequeñas gotas débiles sobre mi rostro, entonces recordé lo bien que me hace el invierno por sus refrescantes lluvias. Mis ojos automáticamente se guardaron, mi respiración se hizo más profunda y mis labios se hicieron más largos y delgados, símbolo de la felicidad. Él no resistió más y me cobijó suavemente en sus brazos; ya había olvidado lo segura que me sentía en ellos. Nuestros pasos se hicieron más lentos, más suaves, mientras las ramas de los árboles bailaban con cautela a los lados. Saqué del bolsillo derecho mis audífonos, los conecté al c...

Zen Zen

Este es el inicio de un nombre “raro” con algunos toques chinos. Dicen que "Zendy” es un nombre tan extraño que no saben si suena dulce o misterioso, o quizás tiene de ambas. Cuando han deseado saber su procedencia, los he decepcionado diciéndoles  que no tiene significado alguno, pues un día lluvioso, según cuenta mi madre, mientras se encontraba leyendo, un colibrí se posó por varios minutos sobre el libro que tenía en el vientre, justo en la palabra Zen. Ella quedó fascinada, y así fue que decidió incluirla dentro del nombre que ya había estado rondando por su cabeza. Nací, toda sambita, por cierto, y con el tiempo, mi nombre ha ido cambiando aún más. Para algunos soy  ”Zeny”, para otros, ”Zen”, y si quieren volver a ser niños, me llaman “Zen Zen”. ¡Esa soy yo! No les niego que he considerado volver a preguntarle a mi madre, si la historia que me contó era cierta o no, pero creo que es mejor seguir pensando que lo fue. Si bien es cierto, eso no aclara el signi...