Eran cerca de las ocho de la noche cuando decidimos tomar un taxi para regresar a casa. La pequeña de cachetes grandes, quien se comporta como toda una señora a pesar de tener solo 18 años, sorprendió a uno de los taxistas como solo a ella se le puede ocurrir. "Oiga, mijo, usted nos va a poner a cantar dentro del carro o qué? ", fueron sus palabras después de pillar al taxista intentando esconder un micrófono. A penas la escuché decir eso, no pude aguantar y solté una de mis mayores carcajadas en plena calle de Medellín. Pensé que todo quedaría ahí, pero no fue así. Efectivamente, el taxista llevaba un gran secreto dentro de su vehículo. Tenía nada menos que un minikaraoke con efectos especiales listo para ser explotado al máximo. Entramos al taxi y ella no se quedó callada. "Hay no, mijo, usted sí que está preparado. Vamos, empiece, empiece", dijo la pequeña de cachetes grandes dándole también la dirección del lugar donde nos tenía que dejar. El taxista, que por ...
Todos tenemos algo que contar. Algunos hablan, yo escribo.