Caminaba muy despacio para no llamar tu atención. Casi ni respiraba. Mientras más me acercaba a mi meta, mi corazón se preparaba para gritar en silencio. Todo marchaba bien, según los testigos, pero una vez que a alguien se le ocurrió pronunciar mi nombre de manera más que exagerada, todo se vino a lo más profundo del mar. Heme ahí empapada de sudor y envuelta en un sin fin de emociones.
¿Por qué?, me cuestioné en mis adentros. Sólo atiné a voltear en cámara lenta y lograr esbozar la sonrisa más cálida que mis labios hayan podido dibujar. Me miraste, cogiste tus cosas, te levantaste y corriste hacía a mí. ¿Sigues siendo tú? ¿Estás allí adentro? Te pregunté pero nunca respondiste con palabras. Me tomaste de las manos y te robaste nuevamente lo que mi mirada guardaba celosamente.
Sabes lo desnuda que me siento cuando tus ojos no se apartan de los míos. Pero no, no podía volver a ser parte de aquella historia que nunca existió. Aquí los telones no existen. Tu rostro terminó ruborizándose y sin más escape, volviste a tu lugar. No otra vez, cara de pez.
Comentarios
Publicar un comentario