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Se hizo pequeña

Siempre tan astuta, despierta, y sobre todo, cuidadosa. No dejaba que nadie pasara la linea que trazaba imaginariamente, y si lo hacían, ella se las ingeniaba para lograr que salieran despavoridos. Cuando decidí enfrentarla, ella quiso hacer lo mismo conmigo pero por alguna extraña razón no pudo. Eso sí, no se quedó tranquila e intentó varias veces hacerme pequeña pero no tuvo éxito alguno.

La dulzura de mi mirada terminó opacando la rudeza de la suya. Ella no entendía. Estaba confundida. "¿Cómo alguien puede responder con dulzura ante tanto odio?", se preguntaba ella en sus adentros mientras respiraba hondo y profundo. Me quedé observándola por unos minutos más cuando de repente lanzó un extraño respiro. No dijo nada pero entendí que estaba cansada. La tomé de la mano y le regalé una sonrisa.

Si antes de aquel gesto ella estaba confundida, cuando agarré su mano quedó estupefacta. Abrió los ojos tan grande como cuando un gato no sabe qué cosa le vas a hacer y empieza a retroceder despacio con la cabeza. Luego de unos pequeños segundos la solté, y cuando empecé a caminar hacia la salida de aquel Café Amargo, una pequeña y refrescante brisa acarició mi rostro. No me miré hacia atrás y seguí escribiendo la historia de mi aventura.

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