Nos sentamos a tomar un café y él no dejaba de mirarme. "¿Sabrá que es tan obvio?", me dije en silencio mientras mantenía la mirada en mi pequeña taza de café. El mozo se acercó a nuestra mesa y nos trajo los postres que él había pedido; enseguida mis ojos se abrieron de emoción, lo miré y le sonreí. "¡Qué genial es verte así!", soltó de pronto; obvio, no le respondí, pues era evidente que estaba algo avergonzada. Pasaron unos segundos y alguien llamó a su celular, él vio quién era, se disculpó y tomó la llamada. Me limpié los labios y empecé a mirarlo fijamente, así como él lo había hecho en un principio. Al darse cuenta que lo miraba, dibujó un pequeño puente feliz en sus labios y al instante colgó. - "¿Era ella, verdad?" - "Sí, era ella, pero vamos, no quiero hablar de eso ahora, prefiero seguir deleitándome en ti viéndote disfrutar tu postre que casi desaparece de tu plato, y si te falta, yo sacrifico mi torta de chocolate", dijo t...
Todos tenemos algo que contar. Algunos hablan, yo escribo.