Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2014

Te puedo ver

Se siente bien volver a verte. Ya había olvidado cómo era ese dolor de estómago a causa de tus ocurrencias. Cualquiera pensaría que tú y yo estamos locos, sí como diría Chaparrón en Chespirito. ¿Será que ya hemos perdido la cabeza? Seguro que sí, pero al parecer las mejores personas lo han hecho. Míranos, sólo somos dos personas disfrutando de la vida y del amor que poco a poco se ha ido contaminando con el tiempo. Quizás no podamos saltar y correr como lo hacíamos antes, pues nuestra resistencia ya no es la misma, pero el escucharte contar con tanta emoción nuestras historias de cuando éramos jóvenes hace que mi corazón siga teniendo la certeza que la vejez aún no ha llegado a nuestras vidas. No has cambiado nada. Eres el mismo chico desenfrenado, pícaro y curioso que un día se acercó a mi sitio para preguntarme si me gusta la luna cuando se pone toda rellena y redonda en el cielo. Te dije que sí, sonreíste y regresaste a tu asiento. Fue tan extraño que desde ese día te ame....

Una y no otra vez cara de pez

Caminaba muy despacio para no llamar tu atención. Casi ni respiraba. Mientras más me acercaba a mi meta, mi corazón se preparaba para gritar en silencio. Todo marchaba bien, según los testigos, pero una vez que a alguien se le ocurrió pronunciar mi nombre de manera más que exagerada, todo se vino a lo más profundo del mar. Heme ahí empapada de sudor y envuelta en un sin fin de emociones.  ¿Por qué?, me cuestioné en mis adentros. Sólo atiné a voltear en cámara lenta y lograr esbozar la sonrisa más cálida que mis labios hayan podido dibujar. Me miraste, cogiste tus cosas, te levantaste y corriste hacía a mí. ¿Sigues siendo tú? ¿Estás allí adentro? Te pregunté pero nunca respondiste con palabras. Me tomaste de las manos y te robaste nuevamente lo que mi mirada guardaba celosamente. Sabes lo desnuda que me siento cuando tus ojos no se apartan de los míos. Pero no, no podía volver a ser parte de aquella historia que nunca existió. Aquí los telones no existen. Tu rostro terminó ru...