Se siente bien volver a verte. Ya había olvidado cómo era ese dolor de estómago a causa de tus ocurrencias. Cualquiera pensaría que tú y yo estamos locos, sí como diría Chaparrón en Chespirito. ¿Será que ya hemos perdido la cabeza? Seguro que sí, pero al parecer las mejores personas lo han hecho. Míranos, sólo somos dos personas disfrutando de la vida y del amor que poco a poco se ha ido contaminando con el tiempo. Quizás no podamos saltar y correr como lo hacíamos antes, pues nuestra resistencia ya no es la misma, pero el escucharte contar con tanta emoción nuestras historias de cuando éramos jóvenes hace que mi corazón siga teniendo la certeza que la vejez aún no ha llegado a nuestras vidas. No has cambiado nada. Eres el mismo chico desenfrenado, pícaro y curioso que un día se acercó a mi sitio para preguntarme si me gusta la luna cuando se pone toda rellena y redonda en el cielo. Te dije que sí, sonreíste y regresaste a tu asiento. Fue tan extraño que desde ese día te ame....
Todos tenemos algo que contar. Algunos hablan, yo escribo.